La ofrenda del Día de Muertos se coloca en un altar
elaborado ex profeso. Aunque muchas personas levantan sus altares en forma
sencilla, integrándolos con las imágenes de los santos de la devoción de los
difuntos, en honor de los que se levanta el altar, fotografías de éstos, velas,
flores y la ofrenda propiamente dicha, es decir, las comidas y bebidas favoritas
de los difuntos, la totalidad de elementos que debe reunir un altar del Día de
Muertos en Tabasco, según la investigación realizada por la cronista de la
ciudad de Villahermosa, doña Gabriela Gutiérrez Lomasto de González, son los
siguientes:
El altar debe de constar de tres planos, con cielo, una especie de techo que
significa estar bajo la protección de Dios; debe tener su palia; un crucifijo,
que significa la muerte del hijo de Dios en la tierra; una cruz negra que
simboliza duelo; palmas que aluden al Domingo de Ramos; imágenes religiosas,
como la virgen del Carmen, el señor de Tila, san Martín Caballero y el santo de
la devoción del finado a quien se le hace la ofrenda; una fotografía de él o de
los familiares de quienes hacen la ofrenda. Un Rosario, símbolo de la plegaria
cristiana; un escapulario, que simboliza protección; un sahumerio, cuyo humo
simboliza una ofrenda espiritual; un recipiente con agua limpia, para mitigar la
sed de las ánimas; sal que significa la purificación; tierra, la que debe estar
presente en cualquier forma y significa el cobijo definitivo; adornos de papel
de china en colores blanco y morado; flores naturales o de papel en colores
amarillo, rojo y blanco. Flores naturales rojas como tulipán, bandera, mano de
león, etcétera que significa el amor; flores blancas como gardenias, azucena.
Copo de nieve, blancas mariposas etcétera que simboliza el perdón; flores
amarillas de cempoal, símbolos de luz.
También son importantes los objetos personales del o los difuntos; albahaca
para ahuyentar los malos espíritus; nueve velas de sebo, que representan a los
nueve señores de la noche y a los nueve misterios del Rosario; una vela para el
ánima sola, para los que no tiene quien rece por ellos; bases naturales para
colocar las velas (naranjas o tallos de mata de plátano), racimos de guayapul,
yagual o canastos para colocar las frutas o los granos de la ofrenda, una
coronita con flores multicolores, en honor de los niños difuntos; hachón de
parafina que representa la luz perpetua; un petate enrollado en el piso que
representa la mortaja, cobijo, aposento, descanso del pobre; una silla o cojín
frente al altar; frutas, verduras, dulces y bebidas de la región o del gusto del
difunto, quien se cree ese día podrá degustarlos.
La religión cristiana, con la fuerza de la espada y la cruz, logró con el
tiempo fusionar lo mágico indígena con el ritual cristiano, haciendo que
aquellos fingieran adorar las imágenes extranjeras y tras de aquellos símbolos
siguieran adorando a sus dioses.
La creencia de ambos en cuanto a una vida posterior a la muerte consiguió que
ambas culturas caminaran juntas, por lo que hoy ritos prehispánicos y cristianos
no afectan a la religión del pueblo mexicano actual. Así pudimos ver, en los
altares levantados por el día de muertos, la cruz nazarena, las imágenes de
santos europeos y los rezos cristianos, aunados al olor de la flor de muertos y
la albahaca, al racimo de guayapul y la presencia de las nueve velas de cebo
para iluminar a los nueve señores de la noche que guardan apostados en los nueve
senderos del Mictlán o región de los muertos, pues la gloria, el purgatorio y el
infierno no existían en la creencia de nuestros ancestros.
En Tabasco el mes de noviembre es llamado también Mes de las Ánimas, por el
hecho de que a lo largo de sus treinta días se organizan rezos familiares para
rogar por el descanso eterno de sus difuntos. Como era de rigor antiguamente
repartir tamales a quienes asistían a dichos rezos, el ingenio popular le llamó
también a noviembre Mes de lo Tamales.
Este artículo fue tomado del libro: "Tabasco, la mejor tierra que el sol alumbra" de Jorge Priego Martínez. 2001. Gobierno del Estado de Tabasco.